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Conclusiones de la estrategia del KKE durante la década de 1940 bajo el prisma de la estrategia del movimiento comunista internacional y de las conclusiones de la construcción socialista en el siglo XX

Discurso de Eleni Bellou,

Miembro del Buró Político del CC del KKE

en Estambul, 16-17 de febrero de 2019

Cada gran aniversario histórico constituye una oportunidad para hacer cruzar la investigación de hechos históricos con el análisis científico del presente, la investigación de las tendencias y de las leyes científicas del futuro desarrollo social. Más o menos así fueron desarrolladas no sólo la ciencia histórica, sino también muchas más ciencias sociales, el abordaje teórico del paso del capitalismo al comunismo, la teoría sintética del comunismo científico con sus conquistas y también sus deficiencias.

Por consiguiente, consideramos que el 100 aniversario de la fundación de la Internacional Comunista en marzo de 1919 y en su honor la reunión de los partidos de la Iniciativa Comunista Europea en Estambul los días 16 y 17 de febrero de 2019, previa iniciativa del Partido Comunista de Turquía, es una oportunidad muy importante en esta dirección.

Este aniversario encuentra al KKE en un período en el que ha avanzado en nuevos niveles con el estudio de su historia respecto un período muy importante: desde su fundación hasta los principios de la década de 1950. Este período incluye la década crítica de los años 40. La calificamos de crítica porque durante ese período se desarrolló la Segunda Guerra Mundial imperialista también en el territorio griego, donde el KKE fue el líder de la parte más importante de la lucha armada de la resistencia antifascista y libertadora contra las tropas de ocupación a través de las organizaciones del Frente de Liberación Nacional (EAM), del Ejército Popular Griego de Liberación (ELAS), la Organización Panhelénica Unificada de Jóvenes (EPON) en Grecia, y también la Organización Militar Antifascista (ASO) en el Medio Oriente.

A lo largo de esta lucha y sobre todo durante el período de la liberación, en octubre de 1944, en Grecia se formaron condiciones de situación revolucionaria, es decir de sacudimiento del poder burgués con una crisis económica y política generalizada y con dificultad en el funcionamiento de los mecanismos de represión y de las instituciones de gobernación que tenía la burguesía en Grecia y, por consiguiente, una débil capacidad de manipular a la mayoría obrera y popular.

Por otra parte, el KKE ocupaba una posición y una influencia importante ante las organizaciones militares, políticas y sociales que dominaban en los territorios liberados; sin embargo no pudo utilizar estas condiciones para una confrontación bien planificada y al tiempo debido con el poder burgués por su propia iniciativa y con el fin de aislar a la burguesía, a sus partidos y a sus aliados extranjeros y luchar por la conquista del poder. Dicho de otro modo, no pudo desarrollar la lucha armada por la liberación, hacer de esta una revolución socialista, de forma consciente y planificada, algo que le costó al KKE y a las fuerzas sociales que éste representaba, es decir la clase obrera, el campesinado pobre y los intelectuales populares un período de cinco años de ataque armado muy duro de parte de la burguesía, sus aliados británicos y estadounidenses, hasta que lograron restablecer el poder burgués.

El KKE ha estudiado su historia “mirándola a los ojos” y sin tener miedo a la verdad, según las indicaciones de Lenin. Hizo conocer sus resultados no solo a sus miembros, sino también públicamente y asumió autocríticamente el peso de los errores de estrategia, de su base teórica, dado que las acciones del KKE en aquel período prueban que no tenía ninguna intención de someterse al capitalismo.

Atribuimos la primera responsabilidad a nuestro partido y a nuestra dirección porque no nos dimos cuenta de la necesidad de deshacernos de las ilusiones de colaboraciones políticas con sectores de la burguesía que considerábamos democráticos, antifascistas, “en pro de la paz”. Claro está que la responsabilidad es nuestra porque, por haber procedido a los pactos de Líbano y de Caserta para la formación del gobierno de unidad nacional y de un Ejército Nacional que prácticamente sometió a las fuerzas populares armadas a las fuerzas británicas y griegas burguesas, abolió los instrumentos populares que se habían formado en los territorios liberados y también abrió el camino para el reagrupamiento político de la burguesía y el cambio de la correlación a costa de las fuerzas obreras y populares. Es nuestra responsabilidad porque esta ilusión condujo a las fuerzas obreras y populares en la batalla de Atenas en diciembre de 1944 a posiciones de defensa y no de ataque por haber procedido al pacto de Varkiza, con el cual entregamos las armas de ELAS.

Nuestro partido quedó atrapado en la línea de la llamada democracia popular que, desde el punto de vista de los objetivos políticos, incluía la eliminación de la monarquía, la convocación de una Asamblea Constituyente en condiciones de democracia burguesa. Tenía un frente unilateral ante las organizaciones militares y otras que habían colaborado con las fuerzas fascistas del período de la ocupación y no también ante las organizaciones y los partidos políticos que, claro está, habían logrado recuperarse con el apoyo militar importante inicialmente del imperialismo británico y a continuación del norteamericano y que intentaban atrapar al KKE para neutralizar su influencia política y militar y recuperar la correlación de fuerzas en favor del poder burgués.

Consideramos que si el KKE en aquel momento tuviera la madurez política e ideológica, corregiría su estrategia en el fuego de la lucha de clases de los años 1943-1945 y así crearía mejores condiciones para tener un apoyo integral de parte de los Partidos Comunistas en el poder, de la Unión Soviética y de los países balcánicos vecinos. Consideramos que esto sería una contribución mucho mejor a la lucha de las fuerzas comunistas que estaban luchando por la construcción de una nueva sociedad y también a su lucha contra un nuevo ataque imperialista en su contra.

Sin embargo, no podemos  ignorar que errores de estrategia similares se habían registrado también en nuestro país vecino, Italia, y también en otros países y quizá con una correlación de fuerzas no tan favorable.

Cabe mencionar la relación de la percepción estratégica de nuestro partido con la percepción estratégica de la Internacional Comunista durante las décadas de 1930  y 1940. No podemos ignorar la influencia de la estrategia adoptada por el 7º Congreso de la Internacional Comunista en la estrategia del KKE (6º Congreso del 1935), ni las indicaciones contradictorias o claramente inhibidoras del PCUS al KKE durante el período 1945-1947 en relación con el desarrollo de una lucha de clases armada generalizada y también en cuanto al objetivo político utópico de la llamada “normalización política”.

El desarrollo de la lucha del KKE durante la Segunda Guerra Mundial imperialista y los cinco años a continuación no se puede investigar separado de la línea de lucha del movimiento comunista internacional, parte del cual conscientemente constituía el KKE, y también independientemente del hecho de que el movimiento comunista internacional después del año 1943 no tenía la forma de la Internacional Comunista.

Hay que dirigir nuestra atención a los elementos comunes entre el programa del EAM en cuanto a la separación de la gran propiedad capitalista, sobre todo de los monopolios extranjeros, de la propiedad capitalista de tamaño intermedio y de la llamada de orientación nacional, y la postura respectiva de una serie del Partidos Comunistas que a continuación se convirtieron en partidos gobernantes después de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo en Europa central y del Este y en China.

Desde este punto de vista consideramos que las conclusiones del estudio de la estrategia del KKE tienen sus raíces en conclusiones más profundas sobre la estrategia del movimiento comunista internacional así como sobre cuestiones teóricas de la revolución socialista y de la construcción socialista-comunista. En una medida importante tienen como base a problemas de retraso teórico relacionados tanto con fenómenos de desarrollo capitalista previos a la Segunda Guerra Mundial, como con la construcción socialista en la URSS, que se reflejan en el campo de la estrategia.

 La mayoría de los Partidos Comunistas, desde el período de entreguerras y a continuación, no pudieron confirmar en la práctica su vanguardia ideológica y política y, que no tengamos miedo a aceptarlo, no pudieron ser la vanguardia en el desarrollo de una teoría de la lucha de clases revolucionaria y esto tuvo un impacto negativo también en el desarrollo de la estrategia revolucionaria. Esto es también la fuente de la crisis del movimiento comunista internacional y de la incapacidad de afrontar al oportunismo a tiempo antes de que éste madurara en una traición abierta dentro de los mismísimos partidos comunistas, antes de convertirlos en portadores de la contrarrevolución, resultando su victoria en una serie de países de la construcción socialista.

Marx, Engels y Lenin estudiaron profundamente derrotas mucho más pequeñas del movimiento obrero revolucionario, tal como la Comuna de París y la revolución de los años 1905-1907 en Rusia para llegar a conclusiones que fortalecerían al movimiento obrero revolucionario.

Nosotros tenemos la misma tarea a llevar a cabo como partidos comunistas. Tenemos que estudiar más profundamente en primer lugar la historia de la Internacional Comunista y también de formas posteriores de expresión del movimiento comunista internacional, por ejemplo la Oficina de Información de los Partidos Comunistas, las Conferencias Internacionales de Partidos Comunistas y Obreros.

El KKE está en un tal proceso que todavía no ha terminado. En esta reunión quisiéramos expresar algunas preocupaciones y nuestras primeras conclusiones con el fin de dar una continuación quizá dentro del año 2019, organizando una jornada comunista internacional. Estas son las siguientes:

 

La fundación de la Internacional Comunista hace 100 años claramente marcó un salto histórico enorme en el progreso social con la victoria de la Revolución Socialista de Octubre en Rusia en 1917.

 

La humanidad por primera vez entró en el proceso revolucionario de paso del capitalismo al socialismo–comunismo, entró dinámicamente y arrasó los restos semifeudales pre-capitalistas o incluso también comunales primitivos en la vasta región de Asia.

 

Una condición muy decisiva en esta aceleración del desarrollo social fue la preparación ideológica, política y organizativa y la capacidad del Partido Comunista de los bolcheviques como vanguardia del movimiento obrero en Rusia.

 

Esta capacidad y también el nivel de madurez del Partido Comunista de los bolcheviques claro está que impactó la fundación de la Internacional Comunista y la constitución de una serie de Partidos Comunistas en todo el mundo. Sin embargo, el proceso de inicio del paso revolucionario del capitalismo al socialismo-comunismo en Europa resultó ser particularmente difícil.  Requería una fundación más rápida de Partidos Comunistas, la plena escisión de los revolucionarios de la socialdemocracia, sobre todo en países como Alemania, Hungría, Finlandia, Italia donde se formaron condiciones revolucionarias después del fin de la Primera Guerra Mundial imperialista.

 

Una serie de levantamientos obreros y populares incluso armados en países de Europa no maduraron como revoluciones socialistas, a causa de la debilidad del factor subjetivo, la falta de Partidos Comunistas con una estrategia revolucionaria correspondientemente elaborada. Esto se expresó sobre todo en Alemania en el período 1918-1923. Marcó de forma negativa la lucha entre el capitalismo y el socialismo al menos en cuanto a Europa.

 

Durante el período de entreguerras hubo un conflicto en la cuestión de la estrategia tanto dentro de los órganos de la Internacional Comunista como dentro de los órganos de sus secciones nacionales.

 

Los partidos comunistas de las sociedades capitalistas más maduras no pudieron responder a la necesidad de una preparación ideológica, política y organizativa para pasar de las condiciones de la legitimidad parlamentaria a condiciones de crisis económica generalizada que llevaron nuevas condiciones políticas de gobernación fascista, de ataques militares imperialistas, etc.  Al contrario, estos partidos comunistas se transformaron en portadores de presión oportunista dentro de la Internacional Comunista, con posiciones liquidacionistas en nombre de la Estrategia Nacional.

 

Por otra parte, el Partido Comunista de los bolcheviques experimentaba problemas de lucha de clases en condiciones de construcción socialista que se expresaban como conflicto también en sus filas y bajo el miedo de un nuevo ataque imperialista, durante la década de 1930.

 

Claro está que la correlación social interna, así como la correlación de fuerzas europea requerían un nivel superior de elaboración teórica, no solo de los asuntos de la construcción socialista, sino también de la estrategia del movimiento comunista internacional sobre las condiciones de la década de 1930. No era suficiente la generalización de la experiencia del Partido Comunista de los bolcheviques que tenía que ver con dos revoluciones o dos etapas de un proceso revolucionario unificado en un estado burgués incompleto, y estaba dirigida principalmente a China e India. La generalización de la posibilidad de separar a fuerzas burguesas durante la primera revolución (o en la primera etapa) de las cuales se separarían las fuerzas revolucionarias obreras y campesinas durante la segunda revolución (o la segunda etapa), conllevaba peligros.

 

También las dificultades que afrontaba la URSS saliendo de la Guerra Civil y la intervención extranjera, las consecuencias de la Nueva Política Económica a continuación, el conflicto sobre la postura ante el campesinado mediano que a continuación se desarrolló y se fortaleció tras el debilitamiento de los kulaks, jugaron un papel considerable en la generalización de una cierta tolerancia ante fuerzas de la propiedad privada.

 

Podríamos decir que las dificultades de la lucha de clases en ambos lados del movimiento revolucionario obrero, en el occidente capitalista y en la construcción socialista, no fueron afrontadas con la suficiencia teórica y política adecuada. Esto vale también para el fascismo. El 7º Congreso de la Internacional Comunista adoptó la estrategia de los Frentes Populares Antifascistas que, antes y después de la Segunda Guerra Mundial, reivindicaban el gobierno en el marco del capitalismo como forma de transición hacia el poder obrero. Buscaban la colaboración con fuerzas políticas socialdemócratas, incluso de democracia burguesa, distinguiendo al enemigo fascista del enemigo de clase de la burguesía que participaba en la guerra imperialista, explotaba a la clase obrera, daba a luz y utilizaba el fascismo. De esta forma, no pudieron conectar la lucha armada antifascista de liberación con la lucha por la conquista del poder obrero.

 

Consideramos que esta línea de lucha configuraría una correlación internacional de fuerzas más favorable también para la defensa de la Unión Soviética contra el ataque fascista y cualquier otro ataque imperialista.

 

Las debilidades que hemos señalado con respecto al factor subjetivo siguen válidos también en el período posguerra, a pesar del inicio del proceso de transición al socialismo en países de Europa. El Ejército Rojo y, en su totalidad, la URSS jugaron un papel decisivo para su liberación y en apoyo de los Partidos Comunistas en el poder. A continuación, también en países de Asia, siendo China el más importante, se inició este proceso que, sin ser libre de conflictos, perdió su dinámica y sus rasgos revolucionarios.

 

En diversos casos, por ejemplo en China y en la mayoría de los países de Europa del Este y Europa Central, por ejemplo en Polonia y Hungría, los partidos comunistas demostraron tolerancia hacia la pequeña propiedad capitalista, mucho más hacia la producción agrícola comercial privada y a continuación se generalizaron (por ejemplo en la Unión Soviética y en China) las relaciones mercancía-dinero entre las empresas del sector social. En este marco se desarrollaron y se fortalecieron las fuerzas sociales de la contrarrevolución.

 

En la última década del siglo XX prevaleció la contrarrevolución, el cierre de este primer intento histórico de paso del capitalismo al socialismo, como etapa inmadura del comunismo.

 

La debilidad del factor subjetivo es evidente dado el resultado. Sin embargo, tenemos que investigar también la base de las contradicciones económicas y sociales sobre las cuales se desarrolló la debilidad subjetiva. Hemos de buscar y encontrar rasgos comunes, leyes sociales que rigen el retroceso social, sea en forma de victoria de la contrarrevolución en países en los que había empezado la construcción socialista revolucionaria, o en forma de la derrota de los levantamientos y las revoluciones obreras-populares.

 

El KKE, estudiando su propia historia en conexión con la historia del movimiento comunista internacional, expresó las conclusiones de sus investigaciones en una resolución del Congreso sobre el socialismo durante el siglo XX y también en los volúmenes del Ensayo de Historia del KKE, y las incorporó en la elaboración de su Programa.

 

Destacamos el siguiente como asunto de importancia fundamental:

 

La clase obrera no comparte el poder con ninguna otra fuerza social y esto abarca también las fuerzas aliadas de la clase obrera, los trabajadores autónomos sobre todo en la producción agrícola y en algunos servicios limitados (por ejemplo en los sectores de belleza, de limpieza y de restauración).

 

Se trata de una posición programática fundamental, decisiva para el carácter del poder obrero, la forma de organización de la clase obrera como clase que no solo elimina a sus explotadores, sino también se forma, se desarrolla como clase dominante que representa la producción social directa.

 

De esta posición surgen los siguientes:

 

La organización de la clase obrera desde abajo hacia arriba, con el centro de trabajo como referente, y la Asamblea General como núcleo, con la elección de delegados y representantes para los Consejos de los centros de trabajo y los Consejos Sectoriales, con plenas competencias de toma de decisiones, de su ejecución, de control, de cumplimiento del derecho socialista en su respectiva área de responsabilidad.

 

La configuración de órganos revolucionarios a nivel central que no tienen nada que ver con una mutación o un desarrollo de los órganos centrales burgueses (como el Parlamento y el gobierno).

 

Es por eso que cualquier cesión planificada y consciente de derechos a los trabajadores autónomos es precisa, distintiva y tiene carácter transitorio, por ejemplo los Consejos de campesinos en cooperativas, la representación porcentual en órganos de poder central.

 

El objetivo del poder obrero revolucionario es la organización y la incorporación de cada persona capaz de trabajar en la producción social directa o en los servicios sociales y, por consiguiente, la eliminación planificada de la producción comercial o los servicios privados.

 

No solo la fuerza de trabajo tiene que dejar de ser una mercancía, sino también sus productos, algo que significa que tendrán que eliminarse de forma planificada las relaciones mercancía-dinero y que se reformará la distribución de la producción social con modificaciones contables que partirán del tiempo de trabajo necesario para la producción y el almacenamiento del producto, el nivel general de las necesidades modernas y otros criterios sociales particulares, por ejemplo las necesidades de niños, mujeres, ancianos, personas con enfermedades crónicas, etc.

 

El objetivo del poder obrero revolucionario es no sólo la disminución general del tiempo de trabajo, sino también la transformación del trabajo de una actividad obligatoria para asegurar medios de mantenimiento a medio de creación, de un acto obligatorio a una necesidad consciente. Claro está que esto presupone un desarrollo mucho más grande e igual de las fuerzas productivas y de todos los miembros de la sociedad socialista, la eliminación de las desigualdades sociales y las contradicciones sociales como por ejemplo entre trabajo intelectual y manual, entre trabajo ejecutivo y administrativo, entre ciudad y campo, con el fin de la modernización urbana de cada barrio y la conexión de cada unidad de producción agrícola con la industria. La eliminación planificada de la propiedad privada o de cooperativa tiene que ver también con la producción agrícola. De todas formas, los logros científicos y tecnológicos actuales pueden proteger la tierra y el ambiente en general, los trabajadores de tierra y los productos agrícolas contra catástrofes naturales solo a través de la mecanización y automatización generalizadas y de la infraestructura configurada y planificada centralmente.

 

En un último análisis, el papel ideológico-político-organizativo de la dirección del Partido Comunista tiene que reafirmarse en las nuevas condiciones de construcción revolucionaria de la nueva sociedad, en la formación de nuevas relaciones sociales en todos los aspectos de la sociedad, en todos los campos de actividad para crear las condiciones de eliminación de las desigualdades sociales también dentro de la mismísima clase obrera. Gradualmente, pero de manera firme, hay que sustituir los mecanismos de coerción, incluso de la mismísima clase, con mecanismos de autoadministración.

 

La historia del movimiento comunista durante los siglos ΧΧ y ΧΧΙ resalta la necesidad de una ocupación más profunda con las leyes que tienen que ver con el Partido Comunista, su papel de dirección en la fundación, la expansión y el pleno dominio de todas las nuevas relaciones sociales (las relaciones comunistas), la formación del nuevo tipo de trabajador como productor y administrador del producto social, como organizador y defensor de la producción social y de la propiedad social. Esta cuestión está conectada con las leyes científicas en cuanto a la renovación continua de la vanguardia revolucionaria, su expresión en los órganos de dirección, la capacidad de reconocer, evaluar y no tolerar posiciones oportunistas, etc.

 

A pesar de los saltos del primer período de la construcción socialista en primer lugar en la Unión Soviética y también en otras partes, por ejemplo en China, los partidos comunistas en el poder no respondieron ni a nivel teórico ni a nivel político y práctico a los requisitos de la formación de la nueva sociedad comunista, de las batallas políticas, sociales e ideológicas internas en favor de la construcción comunista.

 

A continuación, la convergencia del oportunismo de los Partidos Comunistas de los países fuertes con el oportunismo de los Partidos Comunistas en el poder desarmó al movimiento obrero a nivel mundial y lo convirtió en espectador de la escalada de la contrarrevolución en los países de la construcción socialista.

 

En resumen:

A principios del siglo XX, algunos restos pre-capitalistas tuvieron como resultado el retraso de la constitución de un poder burgués puro en países como la Rusia zarista, China y otros. Este retraso se expresaba también en la existencia de campesinos como mayoría en sus poblaciones que, a pesar de haber dado la posibilidad de atraer su impulso de levantamiento en favor de la revolución proletaria, constituyó una carga importante en la construcción de la nueva sociedad y en la superación de las relaciones capitalistas allí donde no se habían formado.

 

Por otra parte, en los países del capitalismo entonces desarrollado, la explotación colonial y comercial, en general, de las fuerzas productivas y de los recursos naturales de otros países, dio la posibilidad de una compra masiva del movimiento obrero, de incorporación del movimiento obrero político en los márgenes de la legalidad burguesa, en las opciones de formas del poder burgués, como el parlamentarismo burgués. Fomentó percepciones utópicas o incluso conscientemente oportunistas de fuerzas políticas burguesas “en pro de la paz” y de fuerzas burguesas antifascistas “consistentes”, ignorando el hecho de que el capitalismo en sí es la matriz del fascismo, de cada forma de desviación del parlamentarismo burgués y de cada forma de guerra imperialista.

 

Esta conclusión es fundamental para el reagrupamiento ideológico, político y organizativo del movimiento comunista internacional.  Tiene que ver pon cualquier Partido Comunista en cualquier continente, tiene que ver con Partidos Comunistas en países donde ya está en curso una guerra imperialista como en el Medio Oriente, o con Partidos Comunistas de países alrededor del Mediterráneo, en los Balcanes, donde las contradicciones y los antagonismos imperialistas hacen que se junten las nubes de guerra.

 

Esperamos que la iniciativa del Partido Comunista de Turquía y esta reunión contribuyan al desarrollo de la unidad estratégica revolucionaria del movimiento comunista en nuestra zona, en Eurasia y en todo el mundo.